2.2.09

Espartaco sería del BNG

Hoy el poder político busca la emocionalidad, la comunión sinérgica con la gente, alcanzando para ello, incluso, la unión de contrarios: la puesta en escena de una sentimentalidad anti-sistema pese al desempeño de una (obvia) posición de dominio, consustancial a la detentación del Poder. Asimismo, mientras antes el actor político debía someterse a la mediación periodística institucionalizada (medios y formatos), ahora se erije en autor-narrador de su propio relato audiovisual, difundiéndolo por los multidireccionales canales que ofrece internet, ya sean webs, blogs o redes sociales.
En un reciente video realizado por el Bloque Nacionalista Galego (BNG) con motivo de la pre-campaña electoral gallega, su candidato (y vicepresidente la pasada legislatura de la Xunta de Galicia, en coalición con el PSOE de Pérez Touriño) Anxo Quintana se nos muestra como un moderno Espartaco, en una escena-sketch que samplea/parodia/homenajea la famosa del film rodado por Kubrick en 1961, apropiándose de ella con finalidad publicitaria.


Pese a detentar las más altas cotas de poder ejecutivo en su Comunidad Autónoma, el líder independentista se reviste de los ropajes antimperialistas y ruralistas del famoso esclavo, capitalizando el espíritu justiciero y el halo redentorista y revolucionario del mismo, quedando, sin embargo, más cercano del garrulismo celta de un Axtérix, y personalizando victimistamente todos los males de su pueblo en ese Estado español encarnado por un centurión romano, pese a ser el mismo parte de dicho Estado, fuente legitimadora del cargo que ejerce en la Xunta.
De la misma manera, el pathos comunitarista, gregarista a lo Fuenteovejuna, que rezuma la escena del film sirve aquí para vehicular la deseada fusión identitarista del espíritu del Pueblo, unitario y cristalizado, con los avatares de su líder carismático, héroe que corporeiza los deseos y anhelos de toda la comunidad étnica, así como para ejemplificar la mutua disolución de responsabilidad entre el Pueblo y su Jefe natural. Todo ello, además, referenciado a un arcádico estadio previo a la uniformización igualitarista de la Modernidad, (re)construido paraíso perdido que todo buen nacionalista siempre anhela reedificar pese a que solamente existió en el territorio de su imaginación.

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